Discurso pronunciado por el Profesor de Geografía, Roberto Damín, en el acto del Día del Maestro.

​

Los docentes somos actores “fallidos”. No nos animamos al escenario del teatro ni al gran público y nos refugiamos en el aula, un escenario más pequeño, pero verdaderamente interesante.

En el aula desplegamos comunicación, interacción con el otro, juego, asombro, dudas y preguntas. En el aula nos atraviesan la alegría, el dolor y los sentimientos profundos de tantos jóvenes.

Creemos que les estamos ofreciendo educación, saberes, herramientas, valores y maneras de mirar al mundo. Pero sabemos que también recibimos mucho: sonrisas, enojos, gastes o cargadas, afecto, necesidad, búsqueda de identificación.

Suponemos que dejamos huellas en ustedes, les marcamos caminos, despertamos vocaciones, les ofrecemos un espejo donde mirarse y un soporte para apoyarse cuando los vence el cansancio, pierden el rumbo o la angustia los agobia.

Entiendo que eso es la docencia. Creo que sus maestros y profesores somos un puente entre los jóvenes y el complejo mundo de los adultos. Un puente que puede bancar el peso de acompañarlos, que les da seguridad para transitar los caminos que cada uno elige. 

Solo me resta decirles que a la edad de ustedes elegí la docencia como camino. Que enseñé durante cuarenta años en estas aulas mágicas del querido Colegio Mariano Moreno. Que aquí aprendí a amar y defender a la escuela pública. 

Que en este tiempo largo: tuve miedos, afronté problemas, intentaron silenciarme durante la dictadura; pero que, cada vez que fui consciente que un pibe disfrutaba una clase de geografía, o se asombraba al descubrir conocimientos nuevos, que se sentía interpelado e invitado a pensar, que egresaba y decía “gracias” en la entrega de diplomas, entonces tuve la certeza que todo valió la pena. 

Que mi vida se enriqueció en el aula. 

Por eso quiero trasmitirles que es posible disfrutar de un trabajo. Que el trabajo dignifica, pero también gratifica. Entonces toda la entrega, la energía y la pasión puestas al servicio de la tarea, tuvieron sentido y que, si volviera a los 17 … elegiría nuevamente el desafío de la docencia. Porque habilita la posibilidad de invitar a los jóvenes a animarse a imaginar un mundo menos gris, un mundo mejor posible para nosotros todos.